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Luis Valladares está cerrando la brecha entre los políticos y científicos ambientales y las poblaciones chilenas más afectadas por la legislación de conservación. Luis creó una nueva área de construcción de conocimiento, la “biointegrología”, fusionando la biología con aspectos relevantes del desarrollo local, como la educación, la producción y el desarrollo social, entre otros. Sus centros ambientales buscan establecer un nuevo estándar de ambientalismo que incorpore las necesidades y los medios de vida de los habitantes locales. Cada centro produce estrategias de manejo de recursos naturales relevantes a nivel local y educa a los ciudadanos chilenos que viven en áreas amenazadas para que sean defensores de la protección ambiental.
Luis nació en Santiago, uno de tres hijos. Comenzó a trabajar a los diez años para ayudar a su padre a vender productos en el mercado. Esto le enseñó lo difícil que es la vida para muchos chilenos que tienen pocas oportunidades educativas o laborales. Luis también fue testigo de los grandes esfuerzos que realizan las familias rurales que migran a la ciudad en busca de educación y mejores oportunidades para sus hijos. Durante su tiempo en la universidad, Luis se interesó cada vez más en la intersección de la ciencia, los estudios ambientales y las poblaciones rurales. Con los problemas ambientales de Chile escalando a proporciones desastrosas, Luis se sorprendió de no poder encontrar respuestas en la universidad a preguntas fundamentales. ¿Cómo era posible tanta pobreza en un país con recursos naturales tan ricos? ¿Cómo puede la ciencia cultivar mentes tan geniales sin poder resolver prácticamente las necesidades más urgentes de un país? ¿Cómo pueden los biólogos validar su trabajo en el campo social, no solo en laboratorios, y dar respuestas al desarrollo rural sustentable que muchos en el país están tratando de resolver? Gracias al aporte de sus profesores, pudo comprender y utilizar el conocimiento y herramientas metódicas que serían clave en su obra posterior. Sus profesores universitarios le permitieron darse cuenta de que la ciencia es una herramienta enorme para el desarrollo humano. Luis atribuye a su esposa, también bióloga, que le permitió tener éxito en sus esfuerzos.
Los científicos y legisladores ambientales a menudo no están al tanto de las verdaderas necesidades y situaciones del pueblo chileno. A pesar del creciente movimiento ambiental en Chile, sigue existiendo una gran brecha de entendimiento entre los líderes ambientales del país y las comunidades cuyas vidas se ven más afectadas por la regulación. Para cerrar esta brecha, Luis creó una profesión, el “Investigador Social”, capacitado en las ciencias pero al servicio de las comunidades y su desarrollo, que aplica la ciencia ambiental y la preservación en el contexto del desarrollo humano y las necesidades sociales. Luis fundó el Centro de Investigación y Educación liderado por biólogos Investigadores Sociales que producen conocimiento relevante y mejores prácticas para preservar los ecosistemas donde se ubica cada centro. Sin embargo, lo hacen de forma acorde con las necesidades —y dentro de los medios— de las poblaciones rurales. Cada biólogo también participa en una variedad de programas educativos que aumentan el conocimiento ambiental y fomentan la participación de las comunidades locales. Los centros tienen tres objetivos principales. El primero es generar información relevante para las necesidades de conservación de una comunidad específica y brindar las herramientas y el apoyo necesarios para que los habitantes rurales cuiden el medio ambiente. El segundo es cerrar la brecha de entendimiento y comunicación entre los responsables de la política ambiental y los habitantes más afectados por la política ambiental. Y finalmente, cada centro apoya la educación ambiental formal e informal para que las comunidades rurales puedan aprender el valor de la conservación y también comenzar a beneficiarse de los avances en la ciencia y la tecnología que ayudan en la protección del medio ambiente sin destruir medios de subsistencia y desplazar poblaciones enteras.
A pesar de la importancia ecológica, histórica y económica del ecosistema natural de Chile, ya pesar de un creciente movimiento ambiental en Chile, muchas de las áreas más vulnerables del país permanecen desprotegidas por el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas por el Estado. Más importante aún, sigue existiendo una gran brecha entre la legislación estatal y la implementación de esa legislación, entre los responsables de la política ambiental y las comunidades rurales más afectadas por sus políticas. La falta de comunicación y la incomprensión de ambas partes conducen a políticas ineficaces y, a menudo, a situaciones perjudiciales para el medio ambiente y las comunidades que dependen de la tierra. El resultado es que los más responsables del futuro de los diversos ecosistemas de Chile carecen de la educación y las herramientas para practicar la conservación y proteger el medio ambiente natural de Chile. Durante la última década, el gobierno chileno ha aprobado decenas de leyes y regulaciones ambientales para proteger los recursos naturales del país. Sin embargo, gran parte de esta legislación se aprobó sin consultar a los más afectados por sus nuevas reglas: comunidades que cazan, pescan y recolectan madera y otros recursos sin alternativas prácticas para ganarse la vida. Por ejemplo, la National Forest Corporation se fundó con la misión de conservar la vida silvestre de los ecosistemas forestales y, al hacerlo, prohíbe a las comunidades cultivar los recursos forestales de los que han dependido durante siglos para su subsistencia. Otro ejemplo es el de los pescadores artesanales de Chiloé que durante siglos pescan sin ningún tipo de restricción, pero ahora enfrentan una cuota de pesca que reduce sus ingresos en la medida en que ya no pueden afrontar los mínimos costos de renta de sus embarcaciones. división entre ciencia y tecnología avanzadas y la capacidad de las comunidades rurales para beneficiarse de estos desarrollos. El conocimiento producido por la comunidad científica tiene un costo de producción elevado que los habitantes rurales no pueden pagar; esto deja a grandes poblaciones fuera del alcance de los últimos avances. El gobierno chileno aún tiene que proponer una política de sostenibilidad ambiental que correlacione la preservación con las necesidades de las comunidades rurales. Los sectores rurales, ya vulnerables en la estructura social segmentada de Chile, ahora deben enfrentar las crecientes presiones económicas provenientes de las regulaciones ambientales y la migración de jóvenes a las áreas urbanas. La falta de una buena planificación e incorporación de los pueblos indígenas y rurales agrava los problemas económicos y ambientales que heredarán las generaciones futuras.
Luis está cerrando la brecha entre el ambientalismo científico y el desarrollo rural sostenible a través de la educación, la colaboración y una nueva profesión: el investigador social. Fundó el Centro de Educación Ambiental e Investigación Biológica para un Desarrollo Sostenible para brindar a los habitantes rurales la información y las herramientas necesarias para practicar la conservación mientras mantienen sus medios de vida y preservan su historia cultural. Cada centro proporciona métodos ambientales sólidos de una manera que es culturalmente relevante, y que puede modificarse si es necesario, para generar la "aceptación" de las comunidades que creen en su valor y que pueden proteger el medio ambiente. El proceso para establecer cada centro sigue un secuencia similar, pero depende del papel del investigador social científicamente capacitado. En la primera fase el Investigador Social actúa como motivador que establece la confianza de la comunidad en su equipo técnico. Esto permite al Investigador Social ganar participación local en cursos y seminarios ambientales. El centro organiza juegos recreativos a través de los cuales la comunidad comienza a pensar en el presente y futuro de su ecosistema y economía. Posteriormente trabaja con las organizaciones de base y especialmente con los líderes comunitarios en el desarrollo de habilidades y la elaboración de proyectos clave para que avancen en los objetivos ambientales y de desarrollo. Los centros también trabajan en estrecha colaboración con las escuelas locales para adoptar la educación ambiental en sus planes de estudio y experimentar con nuevos métodos de enseñanza, como impartir clases al aire libre. Finalmente, cada centro propone proyectos ambientales concretos co-desarrollados por habitantes locales e implementados casi exclusivamente por comunidades rurales. El Centro de Investigación y Educación desempeña el papel de facilitador entre las universidades y otros centros afines, con el objetivo de obtener el financiamiento y el desarrollo de soluciones viables a los problemas comunitarios, abriendo la puerta para que las instituciones de excelencia académica sean más conscientes realidades. Con el objetivo de dar a conocer su método e invitarlos a imitar su modelo, Luis ha desarrollado alianzas con universidades de todo Chile, especialmente con doctorandos que están trabajando en sus tesis, así como con centros de investigación, como la Institución Forestal. Finalmente, cada centro tiene el papel de mediador entre los administradores de los proyectos ambientales gubernamentales y no gubernamentales y los habitantes rurales de Chile que han dependido de los recursos naturales durante generaciones. El objetivo final es producir una mejor política y regulación ambiental que esté en sintonía con las necesidades humanas, mientras que al mismo tiempo educa y recluta a los habitantes locales como protectores y guardianes del mundo natural. En la actualidad, el modelo de Luis se ha llevado a cabo en Chile en tres lugares y tiene diferentes niveles de implementación, según las características de las zonas donde se ubican. El primero, el Centro de Ayacara, ubicado en Chiloé continental en la región de los lagos, ayudó a fundar la primera Escuela Secundaria Ambiental. Esta escuela académicamente rigurosa se enfoca en los recursos naturales e impacta las vidas de 2,000 familias y 200 estudiantes que participan en el Proyecto de la escuela secundaria. En 2005, Luis creó un centro en Vilches Alto, ubicado en la región de Malé, que se centra en la preservación liderada por la comunidad. Incluye investigación y educación que se centra en el impacto del clima en las especies locales y en cómo se pueden desarrollar proyectos de ecoturismo. Desde sus inicios el centro ha trabajado con 3,000 personas de diferentes orígenes, destacando su logro en lo que se refiere al desarrollo comunitario.El tercero, y más reciente, se ubica en la zona de Cerro Viejo al interior de Curacaví, en la región de Valparaíso. . Este es un proyecto de cooperación pública y privada y ya está generando importantes resultados. El proyecto se centra en detener el deterioro del ecosistema pantanoso en Puangue, en la región montañosa costera, que afecta a 300 personas que viven y dependen de los recursos del pantano. Para ello Luis ha abierto un Centro de Investigación para la Conservación del Pantano Puangue además de lanzar un proyecto de ecoturismo para ayudar en la resolución sostenible de la desaparición de ecosistemas antiguos en la Región Metropolitana. Aunque todavía en las primeras etapas de desarrollo, este tercer centro ya ha traído nuevos estatutos municipales que regulan el Pantano de Punague. Un programa de educación sobre conservación también se encuentra en su primer año de funcionamiento.