María Anzures
MéxicoAshoka Fellow desde 1992

Maria Anzures es una escritora y artista dedicada al rescate y propagación del antiguo pasado azteca de México. Ha establecido un centro para el estudio de la lengua y la cultura náhuatl, la más grande y difusa de las culturas indígenas.

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La persona

María fue a París a mediados de los sesenta para estudiar francés, sociología y periodismo. Cuando regresó a México a principios de los setenta, comenzó a promover a través de la prensa y charlas su visión particular de la cultura y tradiciones mexicanas, tanto en México como en los Estados Unidos. Muchas personas que la escucharon sugirieron que creara un centro de información cultural, por lo que en 1977, fundó la primera de sus tres instituciones, el Centro de Cultura Pre-Americana. Siguió eso en 1983 con el Consejo Nacional para la Defensa de las Lenguas Originarias de México, y ahora ha comenzado el Consejo Nacional para la Cultura Náhuatl. Ha publicado varios libros y artículos sobre la cultura náhuatl y ha producido un casete de canciones aztecas. También es miembro activo de una orden de baile de 300.000 miembros llamada Danza de los Concheros. Para María, ser indio no es una cuestión biológica. "Los indios son los que practican nuestra visión cosmológica, nuestra religión, nuestro idioma, nuestras costumbres, esas cosas que pertenecen a nuestra vida cotidiana y nos dan una personalidad definida". A través de su trabajo, María espera fortalecer esa identidad.

La idea nueva

México tiene 56 culturas indígenas, incluida la que María llama "la madre de la cultura mexicana", el náhuatl. Hablado por cuatro millones de indios náhuatl en 28 de los 30 estados de México, el náhuatl tiene una rica historia que incluye algunos de los primeros escritos sobre botánica, medicina, arquitectura, astronomía y más. Sin embargo, ignorado por siglos de liderazgo intelectual y político dominado por Europa, el náhuatl lucha por seguir siendo relevante para la cultura mexicana y una fuente de identidad para los indígenas discriminados durante mucho tiempo. María está impulsando el resurgimiento del náhuatl apoyando la erudición y la difusión de los propios náhuatl, para ello ha fundado el Consejo Nacional de la Cultura Náhuatl y ha hecho dos importantes distinciones entre este y otros lugares donde se enseña náhuatl. Primero, su centro es principalmente para indios náhuatl, para personas que, como dice María, "ejercen nuestros rituales culturales y religiosos", y no solo para "simpatizantes o seguidores". En segundo lugar, su enseñanza lingüística se basa en la estricta tradición de la alta civilización mexicana de Tenochtitlan, no en los dialectos regionales náhuatl que ofrecen la mayoría de las instituciones, que varían ampliamente entre las regiones y carecen de estructura gramatical. Esta formación permitirá a sus alumnos de náhuatl traducir documentos de sus antepasados. Para María, esto es preferible a las traducciones realizadas por "investigadores ajenos a nuestra idiosincrasia, que al no tener nuestra tradición oral, ni la clave de nuestra filosofía, alteran el contenido de nuestros documentos y monumentos". La formación durante los próximos tres años proporcionará sentar las bases y preparar una facultad para lo que espera sea la Universidad Indígena de México, que ofrecerá una educación integral en ciencias, arte, lingüística y filosofía náhuatl. María siente que este es un paso importante para ofrecer a los indígenas una educación adecuada a su herencia y espera que conduzca a la introducción de la lengua indígena en el sistema escolar nacional. María dice que estos pasos son "necesarios si nuestro país quiere ser democrático y justo con todos sus habitantes, respetando su rica e integrada pluralidad étnica y cultural".

El problema

Hasta hace poco, un niño que hablaba su idioma nativo era objeto de burlas y castigos en la escuela, una manifestación abierta del prejuicio que existe en México contra los indígenas. Este racismo persiste, incluso cuando los indígenas han hecho de los "derechos indígenas" un tema nacional destacado y han ganado un terreno modesto en su búsqueda de la igualdad. El sistema educativo mexicano, por ejemplo, ahora permite que las escuelas ofrezcan idiomas indios y europeos para el segundo idioma requerido por los estudiantes, pero pocas escuelas están adecuadamente preparadas para enseñarlo. Las escuelas tampoco tratan la civilización precolombina con la profundidad que merece. Pequeña maravilla. La conquista hispana de México cortó la rica tradición escrita del náhuatl y dejó que la cultura sobreviviera principalmente a través de la transmisión oral de canciones, danzas, rituales, creencias y valores. Con el lenguaje dividido en muchos dialectos informales y muy pocos centros donde los no académicos puedan estudiar náhuatl, pocos indios hoy pueden leer los libros y documentos supervivientes de la edad de oro del náhuatl.

La estrategia

La estrategia de María sigue los principios de la organización azteca. El centro que está creando es un calpulli, la unidad básica de la sociedad náhuatl. El calpulli (tomado de dos palabras, calli = casa y pulli = grupo o conglomerado de casas) es una casa que sigue un propósito común; es autosostenible y autónoma - en efecto, una organización comunitaria que debe poseer su propio territorio o espacio físico y que puede estar vinculada por decisión democrática a otros calpulli. María comenzó su calpulli en la Ciudad de México y sus alumnos tienen entre 8 y 70 años. El calpulli se sustenta a través de las cuotas de los estudiantes, aunque algunos estudiantes califican para becas en función de sus necesidades económicas. Además de las clases de idioma, el centro ofrece instrucción en filosofía náhuatl y cantos y bailes tradicionales. El calpulli también funciona como un importante centro cultural en la ciudad, albergando producciones, conferencias y seminarios enfocados en la cultura indígena y los derechos de las minorías. Además, los miembros del centro han formado grupos ceremoniales y de danza que asisten a los eventos rituales del calendario indio, y los miembros producen libros, cintas, instrumentos musicales, cerámica, esculturas y joyas. Estas actividades aumentan la visibilidad del centro y generan ingresos adicionales. El centro finalizará su primer año con 85 alumnos, cifra superior a la proyectada. Algunos de los primeros graduados se unirán al cuerpo docente de la institución mientras construyen las bases de la Universidad Indígena, que María quiere abrir en 1992. La universidad ofrecerá títulos para programas de un año y servirá como un importante centro para otras instituciones, incluidas las gubernamentales que se ocupan de la educación y las culturas nacionales.