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Comprometida con un enfoque holístico y colectivo de la salud individual y comunitaria, Alejandra Sánchez Cabezas ha creado un enfoque inclusivo, interdisciplinario y social que tiende puentes entre las comunidades y las instituciones de salud pública e instituciones relacionadas, lo que permite a las primeras asumir un papel de liderazgo para garantizar su propia salud. .
La juventud de Alejandra estuvo marcada por los sacrificios de sus abuelos, inmigrantes a Argentina desde España, quienes vivieron para siempre en la pobreza, y de cuyos ocho hijos, tres murieron jóvenes y dos padecieron enfermedades mentales y psicológicas. Al terminar la escuela, estudió Medicina, por un deseo fundamentalmente enraizado en ayudar a los demás. Sin embargo, su experiencia en la escuela de medicina comenzó a alejarla de su motivación social, ya que el plan de estudios que había sido impuesto por la dictadura militar descartaba cualquier mención de cuestiones sociales. Sin embargo, durante su residencia médica en ginecología, realizó una internación en dos hospitales donde atendió a pacientes que provenían principalmente de los barrios marginales de Buenos Aires. Esta realidad, y la estrecha relación que sentía con sus raíces, tiró de ella mientras trabajaba en la práctica privada en una clínica que abrió con tres colegas. Cuestionando su trayectoria profesional y su vocación, dejó la comodidad de su práctica y comenzó a desafiar los paradigmas dominantes de la salud. Este paradigma, en su opinión, solo beneficiaba a ciertos intereses múltiples de la élite y no se correspondía con las necesidades de las comunidades, especialmente las más pobres. Alejandra sintió que su formación médica formal no le proporcionó la preparación adecuada para abordar este complejo problema. Decidió iniciar estudios que la dotarían de más recursos y herramientas para desafiar las difíciles realidades y la pobreza en el interior de Argentina. Alejandra completó una maestría en Epidemiología, Administración y Política de Salud, que solo pareció generar más preguntas y desafíos, y ahora está cursando un doctorado en Salud Colectiva. Alejandra cree fervientemente en la educación y la formación como un recurso fundamental para el trabajo y el cambio social. Por eso, la clave de la metodología Surcos es la reflexión y el análisis colectivo. Convencida de que los ciudadanos deben aprender a ejercer sus derechos y responsabilidades a través de una educación cuidadosa y una visión sistémica de amplio alcance, ahora Alejandra aspira a transformar los sistemas de salud para permitir su participación activa en su bienestar.
Alejandra está desafiando la ortodoxia del sistema de salud pública argentino al enfatizar la participación cívica para transformar las mentalidades y perspectivas sobre la salud. Con su organización, Surcos, promueve una visión holística de la atención médica basada en redes que amplía las perspectivas de las comunidades sobre sí mismas. Alejandra promueve un enfoque de empoderamiento colectivo que reconoce todos los factores que determinan la salud de una comunidad, incluidos los aspectos sociales, económicos y ambientales que la medicina tradicional descuida o descarta. Ella visualiza un nuevo tipo de compromiso cívico basado en el bienestar para las poblaciones rurales y urbanas pobres que están relativamente alejadas de la toma de decisiones y son solo actores pasivos en la salud pública de sus comunidades. Surcos se fundamenta en una perspectiva de salud multidisciplinar, aplicando las estrategias que construye con cada comunidad con la que trabaja. En esencia, están los principios de la organización comunitaria para abordar los problemas de salud y el empoderamiento de la comunidad: es la participación activa de todas las personas e instituciones lo que impulsa el cambio social. Alejandra se distingue por un programa extremadamente profesional que, sin embargo, es completamente maleable y puede adaptarse a cualquier circunstancia, proceso o patrón local. Esto permite que cada comunidad determine las fuentes y las causas fundamentales de sus problemas de salud, sin la influencia de la jerarquía de salud pública. Junto con la comunidad, ella ayuda a tejer redes y promover un cambio social sostenible, activando sistemas y habilidades existentes pero quizás inactivos. En este sentido, la atención médica comunitaria posibilita nuevas oportunidades que permitirán a la comunidad maximizar mejor sus recursos, redes y personas para influir en los principales determinantes de la atención médica y así mejorar su calidad de vida. El enfoque simple pero multifacético de Alejandra se basa en tres fases críticas. Primero, Surcos ayuda a la comunidad a identificar los principales problemas de salud de cada localidad. Luego, los miembros planifican un plan de acción que forma redes y hace a las personas protagonistas de su salud. Finalmente, la comunidad trabaja con Surcos para institucionalizar los proyectos y prácticas que desarrollaron juntos, asegurando así su longevidad. Alejandra ha producido experiencias y proyectos clave con comunidades de toda Argentina y busca producir una estrategia completa para cambiar la infraestructura de salud pública y el estudio universitario para adoptar su misión impulsada por la comunidad.
Si bien la mayoría de los indicadores básicos de pobreza se basan en medidas económicas para determinar la desventaja financiera de una persona o familia, un estado de pobreza significa mucho más que la mera falta de dinero o ingresos por disposición. Debido al ciclo duradero que pone en marcha la pobreza, las personas a menudo tienen poco acceso a la educación y la atención médica que necesitarían para salir de la miseria. En Argentina, muchas personas empobrecidas sufren desnutrición y altas tasas de enfermedades transmisibles. En las comunidades empobrecidas, las estructuras sociales y las costumbres se desintegran y la violencia, el abuso doméstico y los conflictos intergeneracionales son desenfrenados: los ancianos desdeñan a los jóvenes que a menudo están desempleados y no pueden resistir la tentación del consumo de drogas y alcohol, mientras que los jóvenes perciben que los ancianos han sobrevivido. sus años productivos. Todas estas consecuencias sociales tienen un impacto en la salud y el bienestar de una comunidad. Las instituciones en Argentina, sin embargo, no están organizadas ni preparadas para responder adecuadamente a estos desafíos de salud entre las comunidades pobres. Por ejemplo, la práctica formal de la medicina se segmenta en campos de estudio rígidos y distintos. Los profesionales médicos no responden con un enfoque interdisciplinario que también tenga en cuenta las dimensiones económicas, sociales, culturales y ambientales que influyen mucho en la salud. La infraestructura de salud pública también está preparada en general para atender solo las necesidades biológicas / fisiológicas de una sola persona, en lugar de tener en cuenta las relaciones e influencias de esa persona dentro de su comunidad. Esta comunidad, sin embargo, es un estímulo crítico para ciertos comportamientos o fenómenos que afectan al paciente. La burocracia del sistema de salud pública no ha evolucionado para atender las necesidades prácticas de las comunidades urbanas y rurales en situación de pobreza, y una diversidad de actores institucionales en los sectores público y social genera redundancia innecesaria en algunas áreas y abandono absoluto en otras. El pensamiento aislado, la jerarquía y la renuencia a cambiar reducen aún más la posibilidad de colaboración intersectorial para lograr un enfoque holístico de la medicina. Las propias comunidades carecen de los conocimientos técnicos y de los espacios para reflexionar y actuar para afrontar sus problemas de salud y comprometerse eficazmente con el sistema de salud pública y otros organismos que podrían ser recursos para apoyar las necesidades de las comunidades. Dentro de las comunidades empobrecidas, hay poca tradición de participación en actividades cívicas y toma de decisiones municipales. Aquellos en posiciones de autoridad que podrían ayudar no han demostrado la previsión para abordar los problemas sociales de manera efectiva, como fomentar conexiones con el electorado y facilitar nuevos procesos de cambio social basados en la comunidad. No se esfuerzan por ampliar los caminos a sus ciudadanos para interactuar con ellos e influir en la salud de su propia comunidad. Como resultado, las comunidades y sus principales proveedores de atención médica están aislados unos de otros e ignoran los factores sociales y contextuales que juegan un papel importante en el bienestar general de las personas allí.
Alejandra lanzó el trabajo de su vida a partir de su profunda preocupación por la atención médica en las comunidades más pobres de Argentina. En 2010, las acciones que realizaba en distintas comunidades se formalizaron al establecer Surcos, una organización ciudadana (OC) integrada por profesionales de diversas disciplinas. Actualmente doce personas laboran en la organización, que además mantiene un consejo asesor de especialistas y líderes en el campo de la salud. Alejandra ha logrado asegurar una amplia cartera de apoyo del sector privado y de fundaciones para influir lentamente en la forma en que las autoridades de salud pública municipales y provinciales tratan a sus electores. Surcos interviene con cada comunidad de una manera diferente en función de los fenómenos y necesidades sociales que allí se producen, pero luego vincula cada táctica con su visión general y otras estrategias implementadas con otras comunidades para lograr un cambio de paradigma integral a nivel nacional. Alejandra comienza identificando y mapeando los aspectos e instituciones más relevantes que tienen un impacto directo e indirecto en la salud de la comunidad. Lo hace con la clara aportación de los miembros, entablando un diálogo prolongado para identificar los estímulos reales. Si bien las principales causas de los problemas de salud pueden variar desde aquellas que se perciben de manera más convencional como médicas (como el alcoholismo) hasta otras, menos directamente médicas (como los conflictos intergeneracionales), Surcos mantiene en el centro un énfasis en cómo estos fenómenos producen un efecto indeseable. resultado sanitario. Esto mantiene el marco de referencia en el ámbito de la salud y al mismo tiempo crea una dimensión multidisciplinar, superando el enfoque individualista y biológico de la salud pública tradicional. Luego de reflexionar, Surcos trabaja junto con la comunidad para preparar un plan de acción que permita la participación ciudadana, haciendo de cada persona un protagonista y generador de cambios en la protección y preservación de su bienestar. Surcos también moviliza la infraestructura de agencias de salud locales y organizaciones de base y OC para promover nuevas formas de cooperación intersectorial e interinstitucional, a través de prácticas diseñadas por los propios ciudadanos e instituciones. Para asegurar la sostenibilidad a largo plazo del plan, Surcos ayuda a las agencias y OC a reconocer y superar los obstáculos para institucionalizar los cambios que tienen lugar, a través de la reforma de políticas públicas o la construcción de congruencia entre los actores del sector público y privado. Por ejemplo, Surcos puede ayudar a redactar y firmar acuerdos entre distintas autoridades municipales, representantes y defensores de la comunidad y redes interinstitucionales. Los medios locales también cumplen un papel fundamental en esta construcción de una nueva "ciudadanía de la salud". Después de participar en la convocatoria inicial de partes interesadas, difundieron los nuevos proyectos y programas holísticos para ayudar a su institucionalización formal. Lo que distingue al enfoque de Surcos es cómo aprovecha procesos que nunca tienen menos de 3 años, lo que le permite tejer redes y promover un cambio social sostenible, activando y pisando capacidades y sistemas existentes. Por ejemplo, en 2009 la Fundación Pérez Companc invitó a Surcos a trabajar con una población de la provincia nororiental de Misiones que había sufrido daños después de que un tornado azotara la zona. Los socorristas y la ayuda de emergencia se retiraron seis meses después del incidente, pero la comunidad aún sufría el tremendo daño causado, y Pérez Companc y Surcos comenzaron su intervención. Su primer diagnóstico mostró una clara desalineación de prioridades y escaso compromiso entre los diferentes niveles del sistema de salud en Misiones, cuyas clínicas locales y puestos de avanzada se ubicaban lejos de las comunidades aisladas, que contaban con escasos medios de transporte y carreteras adecuadas para llegar a ellas. Surcos ayudó a la comunidad a formar un grupo de trabajo de salud intersectorial integrado por clínicas de salud municipales, el hospital, líderes del grupo indígena M'bya Garaní (la primera vez que miembros de una tribu participaron de esta manera con el departamento de salud), instituciones educativas, agencias ambientales y otras partes interesadas comunitarias y nacionales. Surcos capacitó cuidadosamente a 22 representantes de organizaciones locales en la visión de la salud comunitaria y los ayudó a delinear los principales problemas de salud que afectan a la región y estableció nuevas iniciativas para abordarlos y monitorearlos. Surcos también capacitó a 30 promotores de salud locales y 10 médicos en temas prevalentes de salud. Más importante aún, demostraron a lo largo de la intervención el principio de la atención médica comunitaria, colocando la salud como un tema clave en los medios de comunicación y el estado de ánimo del público, lo que hace que el cambio de política pública sea más factible y aumenta la demanda de atención médica de calidad entre la población. Como parte del proyecto, la red en Misiones y Surcos está desarrollando una plataforma en línea para registrar estadísticas vitales sobre la población, alinear prioridades y ejecutar el programa de salud por parte del gobierno local. Si este plan tiene éxito, Alejandra espera emplear este nuevo sistema en línea en otras áreas. Esta experiencia también simboliza la flexibilidad del modelo Surcos: Alejandra ve que muchos de los resultados concretos, estrategias y herramientas, son replicables en otras comunidades con la contextualización adecuada. Otro ejemplo de la metodología adaptativa y flexible de Surcos es su proyecto en Pilar, en la provincia de Buenos Aires. Con Surcos, la comunidad identificó que la violencia doméstica y los conflictos sociales entre las generaciones más jóvenes y mayores eran de hecho una fuente de muchos problemas con consecuencias relacionadas con la salud. Con esto en mente, los líderes comunitarios de Pilar siguieron un principio de salud comunitaria y formaron un grupo de trabajo de partes interesadas en la prevención de conflictos. Capacitaron a maestros y líderes de la ciudad en la identificación y resolución de conflictos, y también desarrollaron la capacidad de la fuerza policial local para mejorar sus prácticas en la recepción y respuesta a tales casos. También involucraron a otros especialistas en organización local. Juntos, el grupo de trabajo construyó un espacio para supervisar las denuncias de violencia en los departamentos del distrito local. Con las personas mayores, el equipo estableció una serie de actividades semanales para ayudarlos en la recuperación de la memoria y mejorar la comunicación y la integración con los jóvenes. Luego, el grupo de trabajo estableció dos segmentos quincenales en la radio local para discutir temas públicos como parto respetuoso, enfermería, crianza, desarrollo infantil y juvenil, nutrición, prevención del abuso infantil, infecciones respiratorias pediátricas y envejecimiento saludable. En estos segmentos participaron representantes de los centros de salud comunitarios, profesionales de la salud y miembros del centro social. Después de que estos programas de radio demostraron ser un éxito en la difusión del concepto y la importancia de la salud comunitaria integral, la red de salud comunitaria en Escobar, también en la provincia de Buenos Aires, modeló una iniciativa similar con un segmento de media hora cada dos semanas en televisión. Durante esta retransmisión siguen promoviendo nuevas actividades en salud y testimonios. Surcos realiza una evaluación detallada para monitorear sus avances y mejoras en la conciencia de la salud comunitaria. En 2012, Alejandra se asoció con el prestigioso Centro de Educación Médica e Investigación Clínica de la universidad médica que permitió a los residentes en medicina familiar, a quienes Surcos estaba preparando en el campo de la salud comunitaria, participar en experiencias de campo. Alejandra espera que esta relación productiva sea vital mientras prepara a la próxima generación de médicos en salud integral y comunitaria, comenzando así a desmantelar el rígido sistema de salud pública con discípulos en la comunidad de tratamiento y prevención multidisciplinarios. Recientemente publicó un extenso y completo libro de texto Community Health Promotion: A Dialogue Between Theory and Experience que documenta en pasos, ejercicios y módulos muy concretos las diferentes experiencias que Surcos ha tenido con la incidencia de la salud comunitaria. Este libro de texto, en forma de manual práctico, también ayudará a difundir la metodología a otras instituciones médicas y profesionales. Alejandra prevé que la institucionalización de los proyectos en el campo más el componente educativo abarcado por el libro de texto y la estrategia de la escuela de medicina actuarán como efectos multiplicadores que captarán el entusiasmo de otras comunidades que demandan un enfoque multidisciplinario del bienestar.