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Héctor Castillo ha reunido a pandilleros rivales para construir y administrar un centro comunitario. Este centro es un espacio único donde los jóvenes se reúnen para mostrar sus talentos y cultura y comenzar a construir puentes con las comunidades circundantes.
Héctor nació en la Ciudad de México en el seno de una familia de clase media baja que vivía en el barrio La Merced, donde ahora se encuentra el Flying Circus. En sus palabras, vivía en dos mundos: una familia fuerte, amorosa y unida, y un vecindario que se deterioró rápidamente durante su infancia. Héctor completó su formación universitaria en sociología. Para la investigación de su tesis, exploró la "sociedad de la basura" clandestina en la Ciudad de México y en el proceso recopiló estadísticas sobre la generación de desechos industriales y domésticos. Su investigación rápidamente se centró en las implicaciones sociales del proceso de eliminación de residuos en la Ciudad de México. Realizó la investigación trabajando primero como recolector de basura, luego ascendió para convertirse en conductor de camión de basura y finalmente se estableció en las comunidades de ocupantes ilegales que existían en los vertederos y se ganó la confianza del "capo" que controlaba las comunidades. El libro que publicó basado en esta experiencia proporcionó una investigación fundamental sobre las realidades de esta subcultura y condujo a un esfuerzo de reforma en toda la ciudad para combatir la corrupción y abordar las necesidades de las comunidades. Habiendo perfeccionado este método, Héctor aplicó un enfoque similar a su trabajo con la juventud. Esta experiencia investigadora –junto con sus importantes resultados sobre la realidad de la vida urbana– y su cercanía con los jóvenes lo llevaron a aprovechar la oportunidad para sumergirse en la vida de estas personas y comprometerse con el Flying Circus. Amante de la música, Héctor ha tenido acceso y se ha ganado la confianza de los jóvenes en virtud de su condición de baterista en una banda de rock. Lleva el pelo recogido en una coleta que, en sus palabras, lo convierte en "uno de los chicos" (aunque tiene el doble de edad). Héctor ha establecido para sí mismo una presencia inusual en la academia. Ha encargado la investigación social con aplicación social directa, brindando soluciones a largo plazo para generar cambios positivos mientras documenta la experiencia y desarrolla nuevas metodologías. Su relación con los jóvenes y su posición en la comunidad universitaria y académica le otorgan una posición única y la oportunidad de tender puentes entre sectores y mundos muy distantes.
Héctor Castillo ha creado un nuevo tipo de espacio social que reúne a los pandilleros juveniles en un centro comunitario construido por y principalmente para atender a esta población. Llamado The Flying Circus, el centro tiene tres objetivos principales: crear oportunidades de educación y capacitación en habilidades artísticas y técnicas que ayudarán a los jóvenes a obtener empleo; proporcionar un espacio para mostrar y difundir el conocimiento de los diversos aspectos de la cultura popular juvenil: música, arte, literatura e incluso el arte del graffiti; e integrar a los diferentes sectores de la sociedad reuniendo a las personas bajo un techo común para trabajar en proyectos, disfrutar de las actuaciones y entablar un diálogo sobre preocupaciones y problemas compartidos. De acuerdo con la noción de que el centro resultaría mucho más empoderador y viable en la comunidad si es manejada completamente por los mismos jóvenes, Héctor ha mantenido una función meramente de supervisión y asesoría y ha servido como enlace entre la comunidad y el gobierno. La construcción y renovación del Centro tomó casi dos años y fue planeada, organizada e implementada únicamente por los jóvenes.A través de The Flying Circus, Héctor está trabajando para romper con los estereotipos de los jóvenes pandilleros que los etiquetan como violentos, delincuentes o adictos a las drogas. Al demostrar las habilidades productivas y creativas de los pandilleros, Héctor intenta contrarrestar estos prejuicios y brindar ejemplos de cuán verdaderamente creativos, sensibles y dispuestos a unirse a la sociedad en general son los jóvenes si se les brindan las oportunidades adecuadas. Flying Circus ofrece esta posibilidad y proporciona un modelo de cómo otros centros urbanos pueden desarrollar estrategias productivas y de futuro para sus jóvenes.
En todo el mundo, las pandillas juveniles son un subproducto común de las áreas urbanas en decadencia que ofrecen oportunidades limitadas a los jóvenes residentes. En muchos países, la proporción de jóvenes a adultos aumenta cada año, pero faltan soluciones que sean relevantes para la cultura juvenil y que respondan a sus problemas y sueños. México, en particular, es un país de jóvenes. Según el censo de 1990, de una población de aproximadamente 90 millones, hay más de 25 millones de jóvenes entre 12 y 24 años, dos millones de los cuales viven en la Ciudad de México. Tres cuartas partes de estos jóvenes forman el "sector popular", ese estrato de la sociedad con los ingresos más bajos y los recursos limitados. Para ayudarse a sí mismos a sobrevivir y forjar algún tipo de identidad única, estos jóvenes (niños y niñas) crean sus propios códigos, costumbres y reglas específicos que forman su identidad y la llamada cultura juvenil popular. En muchos sentidos, México sigue siendo una sociedad de clases donde la desigualdad es una de sus características principales y donde las barreras y la delimitación son particularmente agudas para los jóvenes. Un pequeño porcentaje, las clases privilegiadas, encuentran acceso a las mejores escuelas y formación postsecundaria en el extranjero. Para el resto de la población, las oportunidades están severamente restringidas. Por ejemplo, la duración media de la escolarización de la población mayor de 25 años es inferior a cinco años. La miseria extrema existe en las grandes metrópolis. Las personas sin hogar, indigentes, niños de la calle y recolectores de basura y comida, muchos de ellos hombres y mujeres jóvenes, personifican la creciente disparidad entre ricos y pobres y son un recordatorio diario de las dificultades que enfrentan los jóvenes en México. Los jóvenes han respondido desarrollando mecanismos de supervivencia social con rasgos distintivos. Su vestimenta, idioma, preferencia por la música y el arte originales no comerciales, el rechazo a la autoridad y su inclinación a agruparse en pandillas los diferencian de la sociedad en general. En el mejor de los casos, se les malinterpreta; en el peor de los casos, se ignoran. La falta de oportunidades unida al abismo social entre ricos y pobres da paso, en ocasiones, a un lado más oscuro de la delincuencia, el vandalismo, el nihilismo o, en casos extremos, a un comportamiento mucho más violento. Cerrando la brecha entre los sectores y creando oportunidades y un espacio social para la autoexpresión que puede tomar muchas formas, la solución de Héctor es abordar algunos de estos problemas profundamente arraigados.
A finales de los ochenta, Héctor inició un proyecto de investigación, financiado por la universidad (donde aún trabaja como sociólogo) y alentado por el alcalde, para estudiar las fuerzas y circunstancias que conducen a las pandillas juveniles. Este proyecto inicial se complementó con una segunda fase que dio lugar a un inventario de los recursos disponibles para los jóvenes en el sector popular (1989-1992) y un esfuerzo de profesionalización y divulgación del trabajo juvenil (1992-1997), que se logró principalmente a través de un programa de radio comercial dirigido por jóvenes. Inseguro de cómo llegar a las más de 1,500 pandillas diferentes en la Ciudad de México, Héctor decidió producir un programa de radio que se transmitía todas las noches desde las 11:00 p.m. hasta las 2:00 a.m., abordando los problemas que preocupan a los jóvenes y brindándoles una salida para los talentos musicales locales. El éxito de este programa de radio y la confianza y el prestigio que le dio a Héctor en las comunidades juveniles lo llevaron a la tercera y más importante fase de su obra, The Flying Circus. Después de varios años de obstinado cabildeo por parte del gobierno de la ciudad, Héctor logró convencer al alcalde de que donara un antiguo cine que ha sido reconvertido y bautizado como The Flying Circus. Ubicado en el corazón de uno de los barrios más antiguos de la Ciudad de México, La Merced, The Flying Circus fue inaugurado en septiembre de 1997. El centro alberga cursos de capacitación, exposiciones, mesas redondas y conferencias, video, teatro, producciones de radio y conciertos. Con el centro establecido, Héctor ahora está trabajando en sus metas a largo plazo. Primero, está creando un programa denominado Observatorio de la Juventud de la Ciudad de México, con la participación de investigadores, docentes y estudiantes de universidades y centros de educación superior, junto con organizaciones ciudadanas. Aquí, los jóvenes se reunirán para discutir temas actuales, realizar investigaciones y crear una cartografía social de la situación que enfrentan los jóvenes en la Ciudad de México. En segundo lugar, Héctor planea iniciar un tema mensual para el centro que examinará diferentes problemas sociales que enfrentan los jóvenes. Invitarán a organizaciones no gubernamentales de toda la ciudad a presentar talleres, explicar sus servicios e involucrar a la comunidad en la resolución de problemas en áreas de interés común. Algunos ejemplos de los problemas que espera abordar incluyen la prevención del SIDA, la salud reproductiva, la asistencia a los niños de la calle, la violencia doméstica, la prevención del delito, la concienciación y preservación del medio ambiente urbano, la educación civil y la vida familiar. Héctor también continúa persiguiendo una de sus estrategias originales de cambio social: difundir conocimientos y soluciones a través de la investigación. Durante los últimos años, ha estado rastreando la historia del proyecto y sus actores principales y ha complementado el aspecto sociológico con una recopilación de arte, música y fotografía de los pandilleros. Él espera que esto inspire y proporcione una base para replicar su enfoque y modelo en otras áreas de la Ciudad de México y otros centros urbanos.
Héctor Castillo Berthier Héctor Castillo Berthier