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María Elena Foronda educa a los ciudadanos peruanos sobre el daño ambiental causado por las fábricas de procesamiento de pescado y negocia con la industria pesquera para encontrar respuestas realistas y efectivas a los crecientes problemas ecológicos.
María Elena nació en Lima pero creció en Chimbote. Su padre era abogado sindical y la influyó para que dedicara su vida a la justicia social. Estudió trabajo social en México y se interesó mucho en temas políticos relacionados con Centroamérica, incorporándose a grupos de derechos humanos de indígenas y desplazados violentos. Luego de su estadía en México, regresó a Chimbote y se unió a una organización de salud, gestionando la organización y promoción de los barrios. Cuando esta organización cesó sus operaciones por problemas económicos, María Elena puso en marcha una nueva organización ambiental desde su propia casa. También fundó la Asociación para la Defensa y Conservación de la Provincia de Santa. En 1994, durante el apogeo de la lucha contra los grupos guerrilleros como Sendero Luminoso, fue detenida por la policía y acusada falsamente de terrorismo. Ella cree que su encarcelamiento pudo haber estado relacionado con su lucha contra las grandes empresas y la contaminación que estaban causando en Chimbote. La pusieron en una celda sin comunicación durante dos semanas y luego permaneció en la cárcel durante un año y medio. Mientras estuvo en la cárcel, agudizó sus estrategias para combatir la contaminación en Chimbote y obtuvo más reconocimiento y apoyo internacional para su trabajo. En lugar de asustarla para alejarla de un trabajo tan controvertido, su tiempo en la cárcel fortaleció su compromiso de luchar por el medio ambiente.
Si bien los peruanos han comenzado a prestar más atención a los temas ambientales en los últimos años, María Elena es la primera ambientalista en abordar el problema de la contaminación provocada por el procesamiento de la harina de pescado. A diferencia de otros defensores que usan tácticas de confrontación, María Elena encuentra puntos en común entre quienes sufren la contaminación y quienes la causan. Ella convierte a las víctimas de la contaminación en ciudadanos conscientes del medio ambiente que no solo protestan, sino que también proponen soluciones claras y concretas que alivian la contaminación y reducen la tensión entre las personas y la industria. Ha creado comités de jóvenes que investigan el daño ambiental, monitorean el cumplimiento y negocian con el gobierno y las empresas.
De las cuarenta y dos empresas de harina de pescado que operan en Perú, el 70 por ciento están ubicadas en áreas urbanas. Chimbote es la ciudad peruana con mayor nivel de contaminación industrial costera. La contaminación severa es causada por empresas que procesan pescado para consumo animal, fertilizantes y conservantes. De estas fábricas fluyen niveles increíblemente altos de toxicidad, que vierten sus desechos en las aguas de las ciudades y emiten gases peligrosos al aire. El alto nivel de contaminación conduce a enfermedades respiratorias y cutáneas, así como a graves problemas de alergia. Solo en Chimbote, estos problemas afectan a trescientos mil habitantes. Además de los efectos adversos sobre la población humana, el enfoque a corto plazo adoptado por las empresas de harina de pescado está dañando los ecosistemas costeros al utilizar de manera ineficiente los recursos biológicos del océano, amenazando la existencia a largo plazo de ciertas especies marinas. La extinción de varias especies también reducirá la rentabilidad de tales empresas a lo largo del tiempo, ya que los actuales métodos ineficientes de procesamiento de pescado matan rápidamente el pescado necesario para obtener ganancias. Intimidados por el poder de la industria, pocos se han enfrentado a la industria de la harina de pescado por la devastación ambiental que causa. Es particularmente difícil movilizar a los ciudadanos porque muchos de ellos trabajan en las mismas plantas de harina de pescado que les están causando graves problemas de salud a ellos y a sus familias. Los residentes de ciudades como Chimbote han llegado a creer que existe una relación necesaria entre la productividad ambiental y económica, refiriéndose comúnmente al hedor que producen las fábricas de procesamiento de pescado como el olor a dinero. En general, también existe una falta de información sobre la degradación ambiental, y pocos ciudadanos conocen todos los problemas que genera la contaminación o cuáles pueden ser sus derechos legales para combatirla. La industria de la harina de pescado también disfruta de un gran poder económico y político y está sujeta a muy poca vigilancia ambiental. Según María Elena, no ha habido un activismo organizado para combatir el daño ambiental que ocasiona la industria de la harina de pescado por el poder que ejerce la industria.
La estrategia de María Elena tiene varias facetas, encaminadas a convertir a los ciudadanos de Chimbote y otras ciudades afectadas en actores sociales que puedan enfrentar la crisis ambiental y de salud provocada por la contaminación industrial. Primero sensibiliza a la ciudadanía sobre los problemas que genera la industria y sus derechos, desarrollando su capacidad para solucionar el problema. Ella identifica a los líderes comunitarios y se reúne con ellos regularmente para delinear sus necesidades y prioridades con respecto a la lucha contra la contaminación ambiental. Luego trabaja con ellos para crear un plan de trabajo y realiza reuniones para explicar el plan antes de que se presente a la asamblea comunitaria. Con el fin de generar interés, María Elena ha elaborado materiales educativos y ha contado con la asistencia de expertos ambientales dinámicos. Un video que documente las esperanzas y los sueños de los residentes es otra herramienta de alcance eficaz. La participación de la población local en el video les ha dado más confianza y ha demostrado que tienen un aliado en la defensa de sus derechos ambientales. María Elena también realiza talleres sobre contaminación industrial, en los que los ciudadanos se comprometen a trabajar juntos para combatir la contaminación. Como parte de los talleres, la ciudadanía participa en un estudio de diagnóstico de los problemas ambientales en sus barrios mediante el uso de dibujos y mapas que indican dónde se encuentran los peligros ambientales. Su organización, Instituto Natura, también asesora a los ciudadanos sobre sus derechos según lo establecido en la Constitución peruana y los tratados ambientales internacionales. María Elena también está desarrollando un sistema de comités de vigilancia ciudadana para que la gente común pueda monitorear el progreso hacia una solución al problema de la contaminación. Para que estos comités sean efectivos, María Elena capacita a los ciudadanos locales para identificar, evaluar y medir la contaminación y ha creado una lista de indicadores de problemas causados por la producción de harina de pescado. Además, María Elena promueve intercambios locales para compartir experiencias en activismo ambiental. También está trabajando para promover la participación de personas de todos los niveles de la sociedad en estos comités, incluidos los líderes del gobierno local, representantes de otras organizaciones locales, funcionarios de la iglesia y líderes educativos. Al articular intereses comunes en la solución del problema de la contaminación industrial y demostrar respeto por el rol de cada individuo dentro del proceso, María Elena está ayudando a los sectores menos representados a construir su capacidad de negociación para que puedan reunirse con autoridades gubernamentales y empresariales para reclamar sus derechos como ciudadanos a vivir en un medio ambiente sano. Además de informar a la población en general, María Elena y Natura también desarrollan planes de estudio sobre educación ambiental para niños en edad escolar para brindar a las generaciones futuras la información que antes faltaba. Su estrategia en este sentido incluye pasantías ecológicas, esfuerzos de reforestación dirigidos por estudiantes y un desfile anual para la Semana del Medio Ambiente. Moviliza a los jóvenes a través de capacitaciones en problemática ambiental, comités de acción ambiental, talleres sobre contaminación ambiental urbana, propuestas de esfuerzos de preservación locales y nacionales más concentrados y ecoturismo dentro de Chimbote. Otro aspecto de la estrategia de María Elena es la formación de alianzas para crear un grupo de trabajo colaborativo con empresas, autoridades locales y ciudadanos. Ella y las autoridades del gobierno local crearon el Plan Chimbote para mejorar los estándares ambientales y tecnológicos y crear un mapa de uso del suelo para la zonificación. La alianza de María Elena con el gobierno local le ha permitido capacitar a funcionarios locales en gestión ambiental urbana, planificación ambiental e infraestructura sanitaria. Natura es considerada un referente importante en materia ambiental y fue la impulsora de una iniciativa de Naciones Unidas para sensibilizar a la población sobre quinientas hectáreas de humedales en el centro de la ciudad, que sirven como área migratoria para las aves. sector público, María Elena creó una mesa redonda sobre contaminación industrial, que dio lugar a una comisión ambiental regional. Esta iniciativa ha abierto un espacio de diálogo en la industria de la harina de pescado, lo que ha llevado a una relación más directa y amigable con la población de Chimbote. Los foros permiten a los ciudadanos formados por Natura negociar con los líderes de la industria y presentar propuestas a las empresas de harina de pescado.